lo único que nos reembarca.
Entiendo -finalmente- que este bote
jamás te llevó en él.
Lejos de la oscuridad adormecida,
observo el iluminar de las paredes rotas
Y comprendo cómo,
desde hoy -y por siempre- existirá dentro de la construcción espaciotemporal del lamento Un fragmento tuyo, Al que denominaré autosoma Y que nunca aprendí a querer. Entonces, Cada vez que calla y mira,
Y la brisa,
entre sus cabellos,
canta. El viento me explica cómo se enjuagará las manos fríamente, de esta destrucción idílica (de desilusión y miedo),
Con la fascinación de haberte perdido Que se consuela en el infinito aprecio que tengo a la vida Porque aunque sea te pude tener Pero despierto, y ahora. Sé que el mar,
desde hoy -y por siempre- existirá dentro de la construcción espaciotemporal del lamento Un fragmento tuyo, Al que denominaré autosoma Y que nunca aprendí a querer. Entonces, Cada vez que calla y mira,
Y la brisa,
entre sus cabellos,
canta. El viento me explica cómo se enjuagará las manos fríamente, de esta destrucción idílica (de desilusión y miedo),
Con la fascinación de haberte perdido Que se consuela en el infinito aprecio que tengo a la vida Porque aunque sea te pude tener Pero despierto, y ahora. Sé que el mar,
también avanza.
Como el mismo tiempo
que ya
Se fué.
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